Desarrollar procesos de innovación abierta dentro del Estado no es solo una buena práctica que democratiza la manera de resolver los conflictos que una sociedad tiene, sino que implica hacer una apuesta por la inteligencia colectiva que reside en los emprendedores, académicos, PYMES, estudiantes, ONG, funcionarios y cualquier ciudadano, por lejos que estén de las estructuras de poder y, pueden tener la respuesta a un desafío público.
Esta respuesta, con un proceso de acompañamiento, financiamiento y selección rigurosa, puede transformarse en una solución real, simple, pertinente, barata y rápida de implementar.